Cortesía de C&K
Salema, un pueblito pequeño cerquita de Vila do Bispo. Cuatro calles a la orilla de un mar tranquilo y con agua cristalina.
¿Cómo llegar desde España?. Cruzando el Puente Internacional de Ayamonte, pasamos la frontera y entramos en la autovía con peaje A22. Para evitar multas, lo aconsejable es pasar por caja justo al inicio de la ruta. Se facilitan los datos de una tarjeta bancaria y de la matrícula del vehículo. El peaje se pagará automáticamente. Seguimos camino hasta el desvío hacia Faro, y antes de llegar, tomamos la nacional N125 hacia Vila do Bispo. Al llegar a Budens, nos desviamos por la M537. Desde la frontera, en sólo hora y media, estamos haciendo el check-in en el Hotel Residencial Salema.
Los dos días hemos almorzado en el Bar Restaurante Atlántico. Una comida buenísima.
El agua cristalina. Una playa preciosa.
Una pequeña casita que se ha hecho alguien allí… lástima, sin vistas.
También aprovechamos para hacer algo de turismo por la zona, y nos acercamos a Carrapateira. ¡Qué playa!, ¡qué olas!
Para llegar allí, hay que pasar por el parque natural del Alentejo. Entre otras muchas más cosas, dispone de rutas para realizar con bici.
Y digo entre otras cosas, porque nos encontramos con las ruinas de un pequeño poblado estacional de origen islámico/musulmán de los siglos XII – XIII. Fue utilizado como base para la explotación de los recursos marinos.
Paseando por sus alrededores disfrutamos de unas fantásticas vistas.
La cena del sábado no desmereció tampoco, fuimos a cenar a Agua na Boca. Estupenda comida también.
La mañana del domingo, ya con la idea del regreso, la dedicamos a visitar Burgau, Luz y Lagos. Pero, ni por asomo se parece al lugar de donde venimos, Salema.
Sólo un par de vistas más que merecían la pena contemplar.